Días muertos
Hay días que nacen muertos, como nació nuestra guerra que disimulaba
la necesidad de buscarnos tras telón.
Días que vienen oscuros, cadáveres de la noche anterior,
paridos con una noche clavada de antemano en su existencia
desde que inician son el presagio de su propio final.
Esos días pareciera que nunca terminan
quizá porque nunca lograron empezar por completo.
Son como vos y yo
Les falta algo esencial descontinuado por las fábricas modernas
que escupen toneladas de comodidad
ordenada dentro de esas simétricas cajas que oscurecen
el agudo filo de sus esquinas mudas,
para esconder todas las dudas que brotaron
con los primeros vellos de tu sexo solitario
Algo que quizá existe ya, pero necesitamos (re)encontrar.
Están obsoletos, por eso siempre se los ve como un tropiezo renco y testarudo
Sorteándose entre las rastras y el paso firme.
Ves, son como vos y yo que escribimos
con un signo de caducidad en esta mueca,
siempre con la sonrisa puesta en la puerta de entrada
y la garganta anudada detrás de la persiana que se cierra,
coleccionando homenajes a la tristeza
y apilándolos en el huequito del vacío interior,
Amaneciendo siempre entre tantos otros días muertos carentes de sol.
la necesidad de buscarnos tras telón.
Días que vienen oscuros, cadáveres de la noche anterior,
paridos con una noche clavada de antemano en su existencia
desde que inician son el presagio de su propio final.
Esos días pareciera que nunca terminan
quizá porque nunca lograron empezar por completo.
Son como vos y yo
Les falta algo esencial descontinuado por las fábricas modernas
que escupen toneladas de comodidad
ordenada dentro de esas simétricas cajas que oscurecen
el agudo filo de sus esquinas mudas,
para esconder todas las dudas que brotaron
con los primeros vellos de tu sexo solitario
Algo que quizá existe ya, pero necesitamos (re)encontrar.
Están obsoletos, por eso siempre se los ve como un tropiezo renco y testarudo
Sorteándose entre las rastras y el paso firme.
Ves, son como vos y yo que escribimos
con un signo de caducidad en esta mueca,
siempre con la sonrisa puesta en la puerta de entrada
y la garganta anudada detrás de la persiana que se cierra,
coleccionando homenajes a la tristeza
y apilándolos en el huequito del vacío interior,
Amaneciendo siempre entre tantos otros días muertos carentes de sol.
Comentarios
Pero los días no nacen muertos, o eso al menos quiero creer yo.
Saludos.
Hay días de tiniebla
De huracanes
De demonios
Que revientan
Días de temporales
De tormentas eléctricas
Días destemplados
Días desafinados
Pero pasan pero pasan
Días que te levantas
Con el pie izquierdo
Días en que llevas
una nube negra sobre tu cabeza
días perros
pero pasan pero pasan
SALUDOS!
Que bello poema, dentro de tu tristeza brota la poesía.
Muy buenos versos.
María