Que vos eras el verolís
que me acariciabas suave
y cosquilleos en cada ondulación
que también eras el viento que lo movía
la fuerza del vaivén
que ronroneabas, que te recostabas
que tu panza era de nubes con formas imaginarias
que tu olor tenía algo de tierra, miel y limón
y tu mirada, una flor
y que en el tacto del momento
el tiempo era un gusano
un agujero
toda dimensión

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