De luna

Una de mis caras brilla
con todas las sonrisas y abrazos
con palabras como salvavidas
presencias tibias que sostienen.
Guardo en mí todo aquello que me ha hecho bien
ronroneos sanadores, miradas
tan tiernas y animales
calorcito de noche, beso en la frente.

Guardo también sus manos con manchitas de jaguar en la tierra
los hijos de plantas empezando sus vidas.
Su sonrisa siempre un poco triste,
su mirada siempre pura a pesar de haberlo visto todo,
la forma en la que se cortaba las uñas de los pies
y todo lo que me enseñó sobre la vida y el abecedario.

En una habitación huele a pollo frito, leche en polvo,
yogurt de fresa, crema nivea y papel natural.
Hay también tristeza, abandono y desigualdad,
mi desarraigo como una casa de la que sé que me tengo que ir
o una bicicleta que nunca aprendí a montar.

Tengo impregnados en mí olores nauseabundos
y tactos de navajillas que rompen y vuelven a romper
sobre las mismas heridas infectadas
hasta el tuétano, cráteres de pus en ebullición.
Puños con disfraces de palabras que no paran
péndulos perennes, distancias, no lugares, irrespeto, traiciones
molestos zancudos rondando a todas horas.

Entonces soy como la luna
con mi cara oscura también
con mis fases cíclicas y hasta necesarias,
con mi cara que se siente horrible e insuficiente
y un cuerpo que nadie más cuida,
con mi cara hermosa que siempre brilla a pesar de todo
y agarra la mierda con guantes de humor
y con ella alguna cosa crea.

Soy toda esa luna
pero no guardo más silencio
tengo una voz, tengo mil voces
y cuatro gatas que duermen conmigo
varias amigas que me acompañan y sostienen
recuerdos de sonrisa y de lágrima
y todos ellos que siempre están
y no están.




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