Segundo aguacero
Llega de repente esta tarde
con el segundo aguacero de la época
donde se van agotando los dedos para decir la edad.
Los amigos y hermanos ya son monumentos declarados,
caras lejanas con un hilo reventado.
Los vínculos ya se han roto por la rigidez de ser unx mismx
y lo blando queda cada vez más profundo
dentro del exoesqueleto madurado.
Mis palabras intrépidas ya son ruinas arqueológicas
para las potentes piernas jóvenes.
Trato de seguir corriendo a ritmo
pero todo se va pasando, todo se va yendo.
Acá nos quedan cicatrices, aprendizajes y pérdidas:
del bello, de volumen, de ganas de intentar una vez más.
Llega esa tarde de humo y nevera
y acumula cuentas, arreglos, goteras y cansancio.
Otra vez alguien se va, inevitablemente
hace que se presenten quienes hace tiempo no están.
(Me adelanto en el tiempo
pienso en ese otro día de lluvia
en el que no quede ninguna de mis madres
y en el que mi agenda telefónica sea si acaso
un directorio de memorias sin correspondencia física)
Llueve hoy y por suerte reparé el techo antes.
Tengo nostalgia de lo que es esencial
y puede de repente desaparecer.
Mientras llore no me importa que un gato duerma sobre la mesa,
en cambio vuelvo neciamente a fumar,
con el humo ignoro la invasión de mensajes que ataca el celular,
prefiero pensar que todo es culpa de este estúpido clima de lluvia.
Comentarios