Dormir
Para Paulo
Su cuello es un puente tibio y largo
de texturas suaves y blancas,
conecta como un púlsar
las nebulosas del pensamiento con el núcleo de su pecho.
Se me antoja pensarnos como cúmulos de estrellas
jugando a engatusar los telescopios.
Algunas veces lo miro al dormir, lo siento respirar asmáticamente,
navego su aliento y los cálidos grados de su temperatura.
Lo contemplo en la almohada que hace de vitrina y trato de descifrarlo,
descenderlo con antorcha en mano, por mil gradas angostas y a oscuras
con tal de entrar a sitios que parecían cerrados al mundo
hasta topar con las fotos de su cámara secreta.
Intento reflejarme en su primer espejo de cuerpo entero,
pasar sus páginas llenas de notas al margen,
decirle todo mi interior desde el silencio.
Me llama la noche en su agujero profundo, irreversible
a ese paralelo sin conscientes
o me da el sol en la cara cuando hace trampa por las cortinas consteladas
Here comes the sun, little darling
and it's all right.
Como un espejismo que me atraviesa, creo que ayer soñé mal
y caras de miedo hablaron desde los magmas,
brotaron noctámbulas para asustarme con sus sombras, vómitos de ayahuasca.
Entonces lo vi cambiar, el estruendo de su alarma precipitosa por mí
y se me expandieron todas las moléculas (bien lo supe disimular)
del interior que me palpita a los extremos del universo, que antes era nada;
apagó luego esa mínima lamparita incrustada al costado
y en lo oscuro empezaba ocurrir todo: el tiempo, el mundo, una luz.
Comentarios
Entonces recordé que este estilo de escritura lo conocía, me fui a tu perfil y tremenda sorpresa, no eras ni más ni menos que "Mujer sin Sombrero", te encontré y te puso entre mis favoritos.
Un cariño inmenso y hermoso volver a saber de vos.
Juan
Maravilloso texto.
Abrazo