Tsunami

Para Paulo, con tantísimo cariño insospechado

En tu cuerpo el mío
no comprendió más razón
que la de dejarse llevar y flotar.

Entre el cielo más estrellado que contemplé
la ingravidez nos atrapó, nos elevó,
toda llena de arena y sonido de mar,
para que toda la belleza y la alegría pudieran ser.

Hubo perfección.
Una suave calma estalló en pausa constante.
Entendí la relatividad del tiempo y de la cercanía.
Entendí que los encuentros tardíos pueden ser los más oportunos
y que libertad es dejarse sentir.

Buscamos constelaciones, fuego, eclipses rojos y explicaciones del alma.
A fin de cuentas, nos dejamos vencer.

Y en esa secuencia indómita de momentos felices
dormías vos
tejiendo abrazos perennes,
plácido y hermoso,
como un tsunami de estrellas fugaces.





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