Fantasmas


Hay habitantes invisibles en los lugares que no se ven
¿los fantasmas acaso comen?
Siempre hay más gente acá dentro
hay otros tiempos, otros nombres,
hay caras con voces y algunas
con partes del cuerpo.
No saben irse solos.

Hay versiones de palabras y de gestos,
de momentos que iluminan y conmueven
y hay también versiones de dolores,
los fantasmas se alimentan de sus partículas
y me erizan la piel
cuando me traspasan en busca de ellas.

A veces los fantasmas se me acumulan
algunos son huéspedes pasajeros
y otros se instalan con todas sus valijas.
Los cuido y los quiero cuando son bondadosos
y me sostienen los pasos
para que se queden un rato más en mis memorias.

Pero son los hostiles los que tengo que cazar,
los persigo, les pongo trampas
los trato de sacar por mi boca
a través de palabras conjuradas.

A veces nada los exorciza
hasta que sin aviso algo se mueve adentro,
quizás un temblor que todo el territorio transforma,
y de repente un día ya no están
se han llevado hasta sus maletas.
Solo queda recuerdo de su presencia
como una foto en la nevera
o la forma que deja marcada el peso
de quien se levanta y deja el sillón atrás.






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