Retirada



Mis mermados ejércitos del querer abandonan estas tierras
mi silencio es un grito de retorno
mi cierre, la cremación de todas las posibilidades caídas.
Voy reagrupando los tigres que una vez te liberé,
recojo mis miradas de ternura y de lascivia,
mis prolongadas ilusiones sentadas en la sala de espera.
Lo recojo todo, hasta mi dignidad y mi derecho,
y lo guardo en la bolsa de papel que una vez me preparaste.
Estoy de mudanza y es hacia mí misma, 
vuelvo al centro, al ser lobezno, 
hago territorio en mi propia carne y alma.
Vine a hacerte un regalo y ya no hay nada que quiera dar.

Miro desde la distancia de mil pantallas luz
tus homenajes a otros nombres no pronunciados
y pienso que ya no puedo ser más una puerta que sin llave
ni confesarte que a veces enmudezco de celos.
Si acaso otra presencia es mi ficción, hay algo aquí 
que sabe entre ácido y repetido:
tu forma de irte tiene la trayectoria de un trencito de feria.
Vine a hacerte un reclamo y ya no tengo legitimidad.

Sin visado en estos vínculos, opto por botar tus estatuas
y quemar tus banderas
porque al nombrarte ya no hay cuerpo detrás
nada que sostenga esa existencia en mí,
existe la memoria porque al dorso existe el olvido.
Digo tu nombre y se me devuelve el de alguien más,
digo tantas cosas para vos y el eco trae puros silencios.
Vine a cerrar un ciclo y no hay estaciones dispuestas a cambiar.

Esos mensajes cifrados dan cuenta de verdades mutiladas
parciales extremidades de una narración ágil con la que te vas, 
te escabulles como destello de renacuajos en un pozo.
Tiras una piedra y te ocultas de repente como un sol apresurado por anochecer.
Ya nunca te diré que tus estructuras son límites para abejas
y que besar la neurosis puede cegar más que las cataratas,
que en los desiertos se escriben poemas para la sed
que transito duelos llenos de semáforos y desviaciones
que verdaderamente estoy hablando de mí
que vine a quererte un rato más y a falta de presencia voy en retirada.




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